¿Cómo encontrar la motivación para hacer ejercicio (y no abandonar)?

Abr 27, 2022 | Familia, Hábitos, Salud, Tiempo

Imagínate con setenta años.
¿Cómo te ves?
¿Pasas el grueso de tu día entre la cama y el sofá o haces maratones?
¿Tienes vida social o solo ves a tu familia cercana?
¿Viajas o no vas más allá de la panadería de tu barrio?

No sé por qué razón, en mi cabeza todas estas imágenes son extremadamente vívidas.
Quizá porque desde siempre me he sentido muy abuelita por dentro. No lo sé. Pero lo cierto es que no me cuesta ningún esfuerzo imaginarme una anciana, ni modelar esta visión para que sea lo más maravillosa posible: me veo activa física y socialmente, viajo y, sobre todo, disfruto de una vida con pocos obstáculos (he perdido visión y oído, pero conservo cabeza, fuerza y movilidad). Supongo que no en vano fui muchos años fan incondicional de Mrs Fletcher, la famosa protagonista de la serie “Se ha escrito un crimen” y ella continúa siendo mi modelo ficticio de abuela real (¡si es que esa noción existe!).
En mi mente tengo noventa años, pero aun así me levanto por las mañanas con una energía que me hace olvidar los dolores articulares que a veces sufro. También como saludable y bien rico, sobre todo el desayuno, que suele ser bastante copioso. Hago actividades que me llenan y me rodeo de personas que me aportan y me enriquecen, cada día. También practico deporte y paso largos ratos al aire libre, haga el tiempo que haga.

Leo como nunca antes, ¡quizá hasta estoy haciendo la carrera de Psicología como oyente! ¡O como alumna! Y me río mucho, y muy fuerte, porque como soy mayor todo me da igual. Me visto con colores alegres y chillones tanto en verano como en invierno —por el mismo motivo.
Disfruto cada día, porque sé que no me quedan ya muchísimos años por delante.
Intento ayudar en la medida de mis posibilidades. No creo que sea ya asesora de lactancia (confío en que allá por 2050 ya ni siquiera sean necesarias las asesoras de lactancia), pero participo activamente en mi comunidad, aportando y recibiendo en igual medida.

Para llegar siquiera a poder optar a un futuro como éste, o medianamente parecido, sé que tengo que empezar a sembrar ya.
Y ahí radica mi mayor motivación: comenzar ahora a cuidar todos esos aspectos de los que quiero poder disfrutar sin medida en los últimos años de mi vida.
Para ello, no me queda otra que cuidar mi alimentación, mi cabeza, y sobre todo mi fuerza física. Dedicarles tiempo a las tres cosas: priorizar los nuevos aprendizajes, los ejercicios de fuerza y la ingesta de frutas, verduras, legumbres, frutos secos y cereales integrales por encima del sedentarismo y la comida basura o los ultraprocesados.
Así, es precisamente esa imagen de futuro el motor que me permite levantarme con muchísimo sueño todas las mañanas y hacer ejercicio a pesar de la llamada ensordecedora de la cama, que sobre todo en invierno me invita, me llama y me tienta para que regrese a ella un ratito más.
Eso, y la sensación de bienestar que me inunda después de una sesión de entrenamiento, claro.

Pero no creas que soy una ilusa, no.
Mañana me puede atropellar un camión o atenazarme el cuerpo una enfermedad incurable. Pero esos acontecimientos escapan completamente a mi control, así que no voy a perder mucho tiempo pre-ocupándome por ellos.
Solo voy a dedicar mi energía a aquellas acciones con las que pueda influir de alguna manera en mi yo del futuro. Y de entre esas acciones, escogeré además las que esté dispuesta a asumir, por supuesto. Porque ya aviso que ahora mismo el chocolate no puedo dejarlo y el pan blanco, tampoco.

Así que, resumiendo, mi motivación parte básicamente de esta pregunta, que me formulo y te traspaso:
¿Cómo te gustaría verte dentro de treinta o cuarenta años?
Y la que se deriva de ella:
¿Qué podrías comenzar a hacer hoy para conseguirlo?

Otras buenas formas de encontrar la motivación que podrían servirte:

– Encontrar el deporte o la forma de ejercicio que te apasione. A veces este punto es el más complejo y el que requiere más tiempo de búsqueda, ensayo y error. Pero una vez lo encuentras… ¡todo es mucho más fácil!
– Empieza con objetivos minúsculos, como hacer 1 minuto de carrera, por ejemplo. Una vez la ropa de deporte puesta y ya en la calle, será fácil que llegues a dos minutos, ¡o incluso más! A partir de ahí, «solo» será cuestión de ir progresando.
– Intenta hacer ejercicio en compañía: bici, caminar, pádel. Lo que sea, si te rodeas de personas junto a las que sabes que lo vas a pasar bien, te será menos difícil arrancar. Además de que vas a tener un compromiso con alguien más que tú misma, ¡y eso también es importante!
– Prémiate. Si lo necesitas, prepárate un desayuno de reinas cuando termines tus rutinas (a poder ser, saludable… por lo de no estropear el efecto beneficioso del deporte con una ingesta poco interesante a nivel nutricional).

¡Espero que algo te haya servido! Si tienes más ideas, o algo que añadir, ¡no lo dudes! La zona de comentarios es para ti.

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